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martes, 27 de septiembre de 2011

El reflejo de mis ojos.

En el aire se respiraba una esencia especial,
Ese se perfilaba a ser el día más bello de todos,
Y claramente en eso se convirtió.

Aquella mañana el sol brillaba con más claridad
Y la primavera le entregaba un aroma maravilloso a las cosas.
Aquel día mi vida y la de muchos tendría una nueva razón por la cual existir.

Aquel 27 de septiembre nació la luz de mis ojos,
El sentido de mi felicidad,
El brillo de mi mirada,
Y el amor que tenía reservado a entregarle.

Desde ese preciso instante
cada uno de mis pasos iban acompañados por ella,
La sonrisa se dibujó en mi rostro y nada la podía quitar,
Su carita me entregaba paz interior y al tomar su pequeña mano,
Sentía como podía volar en brisas de amor.

Me dolió alejarme forzosamente de ella,
Extrañaba cada uno de sus intentos de palabras,
Besarla, abrazarla con ternura
Y verla dormir en mis brazos.

La pena invadía mi corazón
Al constatar que me perdía etapas importantes de su crecimiento,
Que no podía acompañarla en sus primeros pasos
Y al no desvelarme con sus llantos nocturnos.

Hoy el escenario no ha cambiado mucho,
Pero trato de aprovechar al máximo cada uno de mis viajes,
Disfrutar a concho cada segundo con ella
Y darle besos hasta dejarla hastiada de amor.

A cada instante recuerdo cuando me ves y corres sonriente a mis brazos,
Te abrazo y ya de ti no puedo despegarme,
Estás en cada uno de mis pensamientos,
Estás, porque sólo se amarte.